La agricultura transgénica, no es necesaria para nuestros pueblos sino que es impuesta por intereses comerciales de las trasnacionales, existen alternativas que no representan riesgos, que han sido utilizadas y perfeccionadas durante cientos de años y son compatibles con la conservación de la biodiversidad. No necesitamos transgénicos en nuestras vida.
La modificación genética de organismos vivos y su aplicación en la agricultura generan nuevas problemáticas tanto en el ámbito ambiental, como en el social.
En nuestros países, la concentración de la propiedad de la tierra como inversión, con grandes extensiones improductivas, siempre fue causa de expulsión de la población rural. Esto se potencia con el actual modelo de transgénicos y siembra directa, es decir de una agricultura sin agricultores en las tierras que se dedican a la producción. Este es un grave efecto del que poco se habla y que sin embargo tiene nefastas consecuencias en nuestras sociedades, aumentando la población marginal de las grandes ciudades y disminuyendo la diversidad cultural y la vida misma de nuestro campo. Aumentando aun mas la concentración de la riqueza en unas pocas manos.
Sumado a los problemas sociales, tenemos infinidad de comprobados efectos ambientalmente negativos, como lo son la pérdida de diversidad biológica, disminución de control del Estado sobre los recursos genéticos y su apropiación y patentamiento por grupos económicos , incremento del uso de plaguicidas industriales, desaparición de insectos benéficos como los polinizadores y la disminución de la seguridad alimentaria, entre muchos otros no menos importantes.
Hasta el momento se han registrado mas de 90 casos de contaminación transgénica en alimentos, forrajes, semillas y plantas silvestres, lo que agrava aun mas la situación, agrega un efecto negativo cuyos límites son muy difíciles de anticipar. La ciencia no es capaz de predecir los riesgos y los impactos que puede producir la liberación al ambiente de los organismos modificados genéticamente, sobre la biodiversidad, la salud humana y animal y el medio ambiente.
La manipulación genética es una tecnología que viola la integridad de la vida humana, de las especies que han habitado sobre la tierra por millones de años y pone en riesgo la sostenibilidad de los ecosistemas.
Es por eso que urge la aplicación del principio precautorio como base de las legislaciones nacionales sobre bioseguridad, para detener ya mismo el avance de esta tecnología sobre nuestro campo si es que aun no es demasiado tarde.
Latinoamérica es la zona de mayor biodiversidad agrícola del planeta, pero debido a la falta de una política agraria de largo plazo que defienda los intereses del pueblo, actualmente es la segunda región del mundo en superficie de áreas cultivadas con organismos transgénicos.
Es por eso que debemos trabajar por conseguir políticas de agricultura y desarrollo rural sustentable, que incluyan la eliminación progresiva de la producción y uso de plaguicidas y el apoyo a la producción agroecológica, orgánica y biológica, orientando la producción hacia los mercados locales.
La agricultura transgénica, no es necesaria para nuestros pueblos sino que es impuesta por intereses comerciales de las trasnacionales, existen alternativas que no representan riesgos, que han sido utilizadas y perfeccionadas durante cientos de años y son compatibles con la conservación de la biodiversidad.
No necesitamos transgénicos en nuestras vidas, y los gobernantes, antes de tomar decisiones que afecten nuestro futuro, deberían consultarnos. Porque los transgénicos son, por todos estos motivos otros muchos, una de las causas del hambre y la miseria de nuestros pueblos . Y el hambre y la miseria producen revoluciones. Que sean pacificas o no dependerá, entre otras cosas, de que los gobernantes sepan consultar, interpretar y representar a los pueblos.
Muchas gracias y hasta la próxima publicación.
Ricardo Natalichio
rdnatali@ecoportal.net
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