martes, 3 de noviembre de 2009

La tendencia de comer sano, no cualquier verdura




Todos los sábados El Galpón, centro comunal en Chacarita, ofrece alimentos orgánicos y a un precio justo.

A veces leer las etiquetas de los productos no es garantía de alimentos naturales y orgánicos: que en su cadena de producción-cultivo no hayan intervenido pesticidas, hormonas y modificaciones genéticas antes de ponerse a la venta, cuando es difícil identificar su origen.

Para ahorrarse el trabajo y no pagar de más llega el Centro Comunal El Galpón, donde a partir de las 9 a 13hs. –todos los sábados– más de cien productores ofrecen alimentos orgánicos para la compra directa. Sin intermediarios ni aditivos, aunque alineados con las redes internacionales de precio justo y comercio responsable: “Detrás de cada una de las familias productoras no hay trabajo infantil ni explotación”, asegura Graciela Draguicevich, presidenta de la Mutual Sentimiento (Av. Federico Lacroze 4181), del barrio de Chacarita, donde funciona este mercado.

A un precio más conveniente que los supermercados y dietéticas, en el galpón que en otro tiempo almacenaba las encomiendas del Ferrocarril Urquiza, se puede conseguir verduras y frutas sin agroquímicos, carnes sin hormonas (ni siquiera engordados con alimento balanceado), escabeches, dulces y panificados elaborados todos sin conservantes, según enumera su principal promotora.

En su inauguración, el proyecto convocó a los productores más cercanos al punto de venta (los de Marcos Paz, el Parque Pereyra Iraola o la Panadería La Cacerola, de Parque Centenario), y algunos de las provincias que ya cuentan con red de distribución como el Movimiento de Campesinos de Santiago del Estero (Mocase). “No somos empresarios, lo que tenemos es capital social, no
económico”, completa Draguicevich, al tiempo que aclara que las reglas del cooperativismo regirán este emprendimiento que tiene planes de expansión.

Al galpón, que ya cuenta con habilitación para la venta de comestibles, se le sumará una edificación con habitaciones y baños para recibir a los productores que llegan desde lejos y una cámara frigorífica que agregará carnes, pollos y lácteos perecederos a la oferta. Que no termina ahí. Mientras se llena el changuito, los chicos pueden quedarse dentro de la lombriz inflable gigante donde se proyecta un documental sobre las bondades de la lombricultura.

Se suman los video-documentales –producidos por el departamento de prensa de la mutual– que narran el origen de los productos, más otros sobre la polémica alrededor de la soja transgénica, las peleas por las reservas de agua, que llegan de distintas cadenas de defensa del medio ambiente.

Porque atentos a asegurar el bienestar para familias productoras, de los consumidores gourmet que aprecian este tipo de productos por la calidad y sabor (“en Capital existe una mayor demanda y poder adquisitivo”), no pierden de vista las cadenas ecológicas y de salud.

Mediante afiches, volantes entregados en mano y el famoso camión altavoz estuvieron haciendo promoción en el barrio, como antaño. Con el mismo ímpetu que la vuelta de la bolsa de las compras (y evitan las de plástico a granel) con la venta a 3 pesos y 4,50 de unas de tela con el logo del galpón. Y sobre todo buscan recuperar la cultura de alimentación que lejos de la ciudad algunos atesoran.

¿Quién se acuerda del tomate corazón de buey, enorme, con gajos y color intenso? Nada que ver con el de insípido larga vida. Bueno, una familia guardó las semillas por generaciones y acá los trae, al precio de la verdulería de la esquina.

Por Marcela Mazzei
Fuente: www.ciudad.com.ar
Mas info: www.biodiversidadla.org/content/view/full/3082

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