viernes, 6 de noviembre de 2009

IDEAS DE 400 CALORIAS - PASTAS NO INTEGRALES





Consumir solo una taza de pastas, y si te interesa puedes cambiarlas por las integrales son mejores, claro si estas dentro de una alimentación natural y vegetariana, pero poco a poco se puede ir reemplazando.
FUENTE: prevention

miércoles, 4 de noviembre de 2009

LECHE DE CEREALES





Ingredientes para la leche de arroz o avena
(para 1 litro)

15 tazas de agua.
1 taza de arroz integral o de avena en grano.
1 cucharadita de vainilla (opcional).
1 cucharadita pequeña de aceite de girasol de primera prensada en frio.
Es opcional y sirve para enriquecer esta bebida con un poco de ácidos grasos.

Elaboración de la leche de arroz o avena

Cocinar el cereal elegido con las 15 tazas de agua durante una hora.
Luego lo pasaremos todo por un colador y añadimos la vainilla.

Consejo

Esta leche de arroz o avena dura sólo uno o dos días, dentro del(refrigerador o friser) ya que no tiene ningún tipo de conservante ni ha sufrido ningún proceso industrial.
En verano se puede tomar bien fresquita y en invierno caliente. Podemos endulzarla con miel, azúcar de caña, panela o cualquier otro endulzante saludable.

La leche de arroz y la leche de avena se obtienen, moliendo el arroz integral o la vena y de esta manera el cereal atraviesa un proceso enzimático que transforma el almidón en maltosa.

Esencia natural de vainilla,
una pizca de sal marina y
unas gotas de aceite de primera prensada en frio
y se envasa en botellas.

Con esto conseguimos una bebida dulce, nutritiva y que siempre suele sentarnos bien.
El problema es que ese proceso enzimático sólo es posible a nivel industrial.

martes, 3 de noviembre de 2009

Un poco más de fotos de Naturaliss


THALI una forma de presentar la comida




Los alimentos que se ven en este thali son arroz pulao al limón, tomate, zanahoria, ensalada de pepino, cdebolla roja, chutney de menta, chutney de mango, cebolla en escabeche, y lo típico como paneer palak, Aloo Ki Sabzi, samosa, pakora de cebolla, chapatis, masala lassi, jugo de mango y agua.
INES NATURALISS

TRANSGENICOS II


TRANSGENICOS Y LA AGRICULTURA INTESNSIVA




Una realidad vista desde el agricultor y las multinacionales,donde para nada le interesa el ser humano y su entorno, la contaminación y la decadencia del ser.

Siembra transgenico y cosecharas tempestades



La agricultura transgénica, no es necesaria para nuestros pueblos sino que es impuesta por intereses comerciales de las trasnacionales, existen alternativas que no representan riesgos, que han sido utilizadas y perfeccionadas durante cientos de años y son compatibles con la conservación de la biodiversidad. No necesitamos transgénicos en nuestras vida.

La modificación genética de organismos vivos y su aplicación en la agricultura generan nuevas problemáticas tanto en el ámbito ambiental, como en el social.

En nuestros países, la concentración de la propiedad de la tierra como inversión, con grandes extensiones improductivas, siempre fue causa de expulsión de la población rural. Esto se potencia con el actual modelo de transgénicos y siembra directa, es decir de una agricultura sin agricultores en las tierras que se dedican a la producción. Este es un grave efecto del que poco se habla y que sin embargo tiene nefastas consecuencias en nuestras sociedades, aumentando la población marginal de las grandes ciudades y disminuyendo la diversidad cultural y la vida misma de nuestro campo. Aumentando aun mas la concentración de la riqueza en unas pocas manos.

Sumado a los problemas sociales, tenemos infinidad de comprobados efectos ambientalmente negativos, como lo son la pérdida de diversidad biológica, disminución de control del Estado sobre los recursos genéticos y su apropiación y patentamiento por grupos económicos , incremento del uso de plaguicidas industriales, desaparición de insectos benéficos como los polinizadores y la disminución de la seguridad alimentaria, entre muchos otros no menos importantes.

Hasta el momento se han registrado mas de 90 casos de contaminación transgénica en alimentos, forrajes, semillas y plantas silvestres, lo que agrava aun mas la situación, agrega un efecto negativo cuyos límites son muy difíciles de anticipar. La ciencia no es capaz de predecir los riesgos y los impactos que puede producir la liberación al ambiente de los organismos modificados genéticamente, sobre la biodiversidad, la salud humana y animal y el medio ambiente.

La manipulación genética es una tecnología que viola la integridad de la vida humana, de las especies que han habitado sobre la tierra por millones de años y pone en riesgo la sostenibilidad de los ecosistemas.

Es por eso que urge la aplicación del principio precautorio como base de las legislaciones nacionales sobre bioseguridad, para detener ya mismo el avance de esta tecnología sobre nuestro campo si es que aun no es demasiado tarde.

Latinoamérica es la zona de mayor biodiversidad agrícola del planeta, pero debido a la falta de una política agraria de largo plazo que defienda los intereses del pueblo, actualmente es la segunda región del mundo en superficie de áreas cultivadas con organismos transgénicos.

Es por eso que debemos trabajar por conseguir políticas de agricultura y desarrollo rural sustentable, que incluyan la eliminación progresiva de la producción y uso de plaguicidas y el apoyo a la producción agroecológica, orgánica y biológica, orientando la producción hacia los mercados locales.

La agricultura transgénica, no es necesaria para nuestros pueblos sino que es impuesta por intereses comerciales de las trasnacionales, existen alternativas que no representan riesgos, que han sido utilizadas y perfeccionadas durante cientos de años y son compatibles con la conservación de la biodiversidad.

No necesitamos transgénicos en nuestras vidas, y los gobernantes, antes de tomar decisiones que afecten nuestro futuro, deberían consultarnos. Porque los transgénicos son, por todos estos motivos otros muchos, una de las causas del hambre y la miseria de nuestros pueblos . Y el hambre y la miseria producen revoluciones. Que sean pacificas o no dependerá, entre otras cosas, de que los gobernantes sepan consultar, interpretar y representar a los pueblos.

Muchas gracias y hasta la próxima publicación.

Ricardo Natalichio
rdnatali@ecoportal.net

La tendencia de comer sano, no cualquier verdura




Todos los sábados El Galpón, centro comunal en Chacarita, ofrece alimentos orgánicos y a un precio justo.

A veces leer las etiquetas de los productos no es garantía de alimentos naturales y orgánicos: que en su cadena de producción-cultivo no hayan intervenido pesticidas, hormonas y modificaciones genéticas antes de ponerse a la venta, cuando es difícil identificar su origen.

Para ahorrarse el trabajo y no pagar de más llega el Centro Comunal El Galpón, donde a partir de las 9 a 13hs. –todos los sábados– más de cien productores ofrecen alimentos orgánicos para la compra directa. Sin intermediarios ni aditivos, aunque alineados con las redes internacionales de precio justo y comercio responsable: “Detrás de cada una de las familias productoras no hay trabajo infantil ni explotación”, asegura Graciela Draguicevich, presidenta de la Mutual Sentimiento (Av. Federico Lacroze 4181), del barrio de Chacarita, donde funciona este mercado.

A un precio más conveniente que los supermercados y dietéticas, en el galpón que en otro tiempo almacenaba las encomiendas del Ferrocarril Urquiza, se puede conseguir verduras y frutas sin agroquímicos, carnes sin hormonas (ni siquiera engordados con alimento balanceado), escabeches, dulces y panificados elaborados todos sin conservantes, según enumera su principal promotora.

En su inauguración, el proyecto convocó a los productores más cercanos al punto de venta (los de Marcos Paz, el Parque Pereyra Iraola o la Panadería La Cacerola, de Parque Centenario), y algunos de las provincias que ya cuentan con red de distribución como el Movimiento de Campesinos de Santiago del Estero (Mocase). “No somos empresarios, lo que tenemos es capital social, no
económico”, completa Draguicevich, al tiempo que aclara que las reglas del cooperativismo regirán este emprendimiento que tiene planes de expansión.

Al galpón, que ya cuenta con habilitación para la venta de comestibles, se le sumará una edificación con habitaciones y baños para recibir a los productores que llegan desde lejos y una cámara frigorífica que agregará carnes, pollos y lácteos perecederos a la oferta. Que no termina ahí. Mientras se llena el changuito, los chicos pueden quedarse dentro de la lombriz inflable gigante donde se proyecta un documental sobre las bondades de la lombricultura.

Se suman los video-documentales –producidos por el departamento de prensa de la mutual– que narran el origen de los productos, más otros sobre la polémica alrededor de la soja transgénica, las peleas por las reservas de agua, que llegan de distintas cadenas de defensa del medio ambiente.

Porque atentos a asegurar el bienestar para familias productoras, de los consumidores gourmet que aprecian este tipo de productos por la calidad y sabor (“en Capital existe una mayor demanda y poder adquisitivo”), no pierden de vista las cadenas ecológicas y de salud.

Mediante afiches, volantes entregados en mano y el famoso camión altavoz estuvieron haciendo promoción en el barrio, como antaño. Con el mismo ímpetu que la vuelta de la bolsa de las compras (y evitan las de plástico a granel) con la venta a 3 pesos y 4,50 de unas de tela con el logo del galpón. Y sobre todo buscan recuperar la cultura de alimentación que lejos de la ciudad algunos atesoran.

¿Quién se acuerda del tomate corazón de buey, enorme, con gajos y color intenso? Nada que ver con el de insípido larga vida. Bueno, una familia guardó las semillas por generaciones y acá los trae, al precio de la verdulería de la esquina.

Por Marcela Mazzei
Fuente: www.ciudad.com.ar
Mas info: www.biodiversidadla.org/content/view/full/3082

Vivir de otra manera / En terrenos de la Ciudad Universitaria



Velatropa, una aldea oculta en la Capital

Tiene construcciones de barro y sus habitantes cultivan lo que consumen; la mayoría son jóvenes y se guían por el calendario maya

La ciudad de Buenos Aires esconde una aldea. Sí: una aldea de verdad, con personas y construcciones rudimentarias; huertas, ritos y todo eso. Un extraño rincón de la ciudad que permanece fuera del sistema y donde el tiempo no tiene tiempo. O, por lo menos, eso es lo que desearían quienes lo habitan y construyen.

Velatropa, una aldea oculta en la Capital A minutos del Obelisco, Velatropa propone un modo de vida ecológico y autosustentable.

Velatropa comenzó a levantarse hace dos años en los cimientos de lo que iba a ser el pabellón cinco de la Ciudad Universitaria, frente al estadio de River Plate. El espacio, abandonado desde hace décadas, pertenece a la Universidad de Buenos Aires (UBA), que tolera su presencia, y en algún momento hubo en las proximidades otro tipo de asentamientos, como la controvertida "villa rosa", que ya no está.

Oculta entre los árboles, la vegetación y el hormigón, la curiosa ecoaldea es un secreto para la mayoría de los porteños, pero bastante difundido entre los estudiantes y las autoridades universitarias. "Sí, claro, los pibes de la aldea están por allá", indicó el encargado de la playa de estacionamiento del complejo universitario.

Un sendero por detrás de los pabellones paralelos a la orilla del río lleva hasta una especie de portal del que cuelgan unas cintas de tela y un cartel que dice: "Bienvenidos a la ecoaldea Velatropa". El camino sigue hacia las entrañas de un espacio en constante construcción. Allí surge de la nada un "refugio de invierno" que conjuga salón, mesas, sillones y sillas, un espacio de estudio, una cocina de barro y el guardabicicletas comunitario. Cuentan, también, con un panel solar para proveerse de luz y una canilla de agua corriente cedida por la UBA.

Puede parecer increíble, pero el proyecto gestado al calor de algunos estudiantes creció al punto de que los velatropenses ya son alrededor de un centenar. Los fines de semana cocinan comidas naturales que comparten entre todos y, al caer el sol, plantan un árbol frutal (hay cerezos, paltas y ciruelos). Esos retoños pugnan por crecer en una tierra generada a partir de los rellenos sobre el río.

La mayoría de los velatropenses, de entre 20 y 30 años, no vive allí y trashuman entre sus casas céntricas y esta especie de vergel ultraecológico donde no está permitido fumar -hay un sector especial para hacerlo- ni beber alcohol. Las construcciones están proyectadas a partir de barro y materiales totalmente reciclados -botellas, maderas, plásticos-, con diseños libres con aires gaudianos o modelos físicos. También hay carpas. Y un sistema informal de riego para la huerta. Los aldeanos se llaman entre sí "hermanos", se guían por el calendario maya y viven según las directrices de la "permacultura".

Velatropa no sería tan rara si no fuera porque está enclavada en plena ciudad. En la Argentina existen otras ecoaldeas, como Gaia, en la localidad bonaerense de Navarro, o Jardín Paz Mundial, en Epuyén. Pero aquí el contexto es bien distinto. Mientras los velatropenses meditan en círculo, un avión pasa a muy baja altura y ruge sobre sus cabezas antes de aterrizar en el Aeroparque. El ruido del tránsito de la avenida Leopoldo Lugones trastoca, por momentos, el silencio natural que anhelan los aldeanos.

Pero a Flor, una de las velatropenses, no parece importarle. "Esto es de todos, no es nuestro... Queremos enseñar que se puede vivir de otra manera con respeto a la tierra, en paz y en armonía con la naturaleza", dice esta estudiante de física con un nivel de argumentación contundente. "Mi familia dice que soy otra persona desde que estoy acá y están recontentos, porque antes de encontrar este lugar alquilaba un departamento con amigas, trabajaba de camarera y ni siquiera había terminado el secundario. Acá encontré un sentido a mi existencia", agregó.

En realidad, los velatropenses no quisieron participar de esta nota, al señalar que no están "preparados" para enfrentar a la prensa. Es que quizá resulte muy sencillo encontrar la aldea, pero, en cambio, no es tan fácil conocer a los "aldeanos" un poco más allá de lo que consideran su "obra".

Consejos
Velatropa, aunque parezca a primera vista libertaria, está regida por una organización compuesta por dos consejos que toman las decisiones en reuniones programáticas que se realizan dos veces por semana. Incluso tienen un blog (aldeavelatropa.blogspot.com) donde difunden sus técnicas de producción, reciclado y construcción.

La idea es que quien desee participar de la iniciativa realice tareas concretas. "No podés caer con una carpa y quedarte sin hacer nada", susurra uno de ellos con el ceño bastante serio. "Es un nodo ecológico de desarrollo sustentable, interdisciplinario y autogestionado por estudiantes de la UBA", puede leerse en un folleto sobre la mesa del refugio. Y sigue: "Nuestro proyecto a futuro es, en combinación con las autoridades de la UBA, poder reciclar toda la basura de la Ciudad Universitaria".

A estas alturas, la pregunta se plantea sola: ¿y de qué viven? Ellos aclaran que tienen un nivel de gasto casi nulo. No parece extraño a simple vista, aunque también cocinan empanadas que venden entre los alumnos de la Ciudad Universitaria, donde ya son un clásico. Todos son vegetarianos y buena parte de los productos que consumen son el fruto de las huertas diseñadas sobre terrenos formados con escombros de hormigón.

El secreto no puede mantenerse para siempre. En Velatropa lo saben, y aunque los perturba, confían en seguir adelante, reciclándose.

Franco Varise
LA NACION
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